miércoles, 18 de noviembre de 2009

COMO CONOCI A GRACIELA


Cuanto más se acercaba más emociones sentía, también hacía sentirme nervioso; mis manos me sudaban, mi corazón palpitaba con rapidez de la emoción, cada vez se acercaba más y más. Cuando ya estuvo frente a mí hizo una pequeña pausa en su caminar, me miró con una sonrisa imposible de no sentirme cautivado por ello; aproveché ese momento y le dije de súbito "qué hermosa eres", ella también aprovechó esa pequeña pausa para preguntarme algo extrañada si yo la estaba esperando, le respondí que sí y su sonrisa se hizo más expresiva.




La primera vez que la vi fue en un cruce de calles y curiosamente ambos quedamos detenidos en una esquina esperando el cambio de semáforos aunque ibamos en sentidos opuestos. Con verla ahí en esa esquina de la Colonia Roma en aquel domingo por la tarde, me bastó para convencerme que tendría que volver a verla. Recuerdo cómo supe que pasaría por la calle donde yo vivía porque un amigo del edificio me lo dijo, eso me bastó para esperarla y verla de nuevo.

A partir de ahí decidí esperarla y verla pasar de la escuela por la calle Córdoba. El segundo y tercer día fueron de igual manera: ahí estaba yo esperándola debajo de esa luz de la lámpara del poste. Cuando nos vimos de frente los dos titubeamos al mismo tiempo en decir algo y nos reímos. De nuevo le pregunté si la podía acompañar a su casa y en respuesta me robó un beso. Quedé sorprendido por su actitud y sólo esbocé una leve sonrisa, en cambio ella se notaba muy contenta. "¿Me acompañas a mi casa? Pero con la condición de que subas a platicar un ratito". Así comenzó la relación con Graciela, con ese beso robado y con esa invitación a su casa.
Conocer a Graciela fue conocer una persona muy dulce, era muy sincera y noble. No llegué a conocerla bien del todo por el poco tiempo de relación que hubo entre nosotros en tan solo poco más de tres semanas que bastaron para distraer mi atención y mis sentimientos hacia ella. En ese lapso tan corto despertó en mí sentimientos que no conocía en aquel momento. Conocí con ella lo que es tomarse de las manos, hacerlo con ternura y con delicadeza; conocí la tibieza de su manera de ser al tratarme, la forma de mirarme; sus ojos eran tan expresivos y hermosos que me atrapaban de tal manera que no me dejaban ver su rostro por completo. Qué manera tan bonita de dedicarme el tiempo. Conocí con ella la más hermosa de las sonrisas que nunca jamás vi hasta entonces, no había momento ni instante en que su rostro no tuviera esa bella sonrisa tan linda y tan espontanea.
¿Que porqué hasta ahora la recuerdo tanto? Ni yo lo sé. Ignoro el porqué me he estado acordando tanto tiempo de ella y el porqué dentro de mí siento revivir aquellos sentimientos que no pude decirle en su momento y que ahora, si la volviera a ver, se los diría.
A decir verdad todo esto estaba olvidado, pudiera decir que estaba “enterrado”.Y entonces, ¿cómo brotó a mi cabeza? Yo aun no me lo puedo contestar.

Creo que hasta hoy me di cuenta de que sí la quise, y lo digo después de volver a recordar paso a paso lo que me sucedió con ella en aquellos días. Tal vez llegué a quererla y yo no lo sabía pues nunca me salieron las palabras que tanto nos gusta escuchar decir o decirlas como lo es un "te quiero" o un "te amo". De ella lo oí decírmelo en ocaciones, pero de mí no salió más que “me gustas mucho” y “qué hermosa te ves”, "estás preciosa". Caray, ahora que pienso en todo esto daría lo que fuera si me pudiera regresar y decirle: “Graciela, te quiero. Te quiero tanto que ni yo sé qué es tanto”.
Cuántas veces hemos luchado tanto por una persona pensando que estamos enamorados de ella, para al final cuando la tenemos en nuestras manos nos damos cuenta de que sólo es un cariño enorme o un atractivo grandísimo. Creo que con ella no fue así. Creo que no supe valorar realmente o apreciar lo que me estaba sucediendo con ella, no supe entender lo que aun no sabía lo que era querer y saberte querido.

Los sentimientos crecen por quien uno quiere, sonreímos de tal manera que destellamos un mundo lleno de amor; la respiración suena algo lenta y a la vez nos damos cuenta que estamos frente al amor de nuestra vida y sin embargo lo dejamos ir por prejuicios o tradiciones tontas que no van a estar con nosotros en los momentos difíciles, en esos instantes que quisiéramos tener a esa persona especial para sen
tir su apoyo, y que con tan sólo una sonrisa arreglara nuestro mundo.

Yo tenía pensado dejar la ciudad en cuanto me graduara y volver a mi estado y eso nunca se lo dije, ¿y porqué no se lo dije? ni yo lo sé! No recuerdo en que momento dejé de frecuentarla ni la razón del porqué, sólo sabía que dejaría la ciudad y no pensaba siquiera en que no volvería a verla. Nunca la busqué de nuevo.
Un día en la noche para ser exacto, se apareció en el edificio donde yo vivía. Yo estaba platicando con mis amigos que residían en el mismo edificio y ella llegó y entró buscándome, yo me encontraba sentado a un lado de las escaleras y mis amigos de inmediato se apartaron de nosotros con gran discreción dejándonos solos.
Me dijo que quería platicar conmigo, que se iría estudiar a Colorado (U.S.A.) porque su mamá contempló esa decisión. Me quedé callado sin decir una sola palabra, ella me miró con esa manera muy suya pero sin su hermosa sonrisa que tanto me gustaba verle. Algunos segundos tuvimos de silencio que juro que parecieron minutos y entonces ella rompió el silencio con una pregunta: “¿No vas a decirme nada?” Y luego vino la segunda pregunta: “¿Te vas a quedar así callado?” Y luego vino su reflexión con súplicas: “Me voy fuera del país a estudiar, quizá ya no nos volvamos a ver, ¿no me puedes decir nada? Dime algo, lo que sea, por favor... pero no te quedes callado!”. Cómo decirle qué si no sabía qué decirle. Su mirada seguía fija en mi rostro y vi cuando de repente asomaron por sus ojos dos lágrimas muy pequeñitas que recorrían sus mejillas, presuroso traté de limpiarlas con una de mis manos pero ella me ganó la oportunidad y sólo entonces sus labios me regalaron una muy leve sonrisa pero ni siquiera esa sonrisa me conmovió. Lo que sí pensé en ese momento fue que todo lo que me estaba diciendo eran mentiras, que tan solo eran palabras para saber mi verdadero sentir por ella. Por supuesto que no le creí, es mentira me dije, ella no se va ir, lo hace para ver si yo le decía un “te voy a extrañar, me escribes y yo también te escribo”, cosas como esas.
Antes de marcharse me dijo: " Si aun quieres decirme algo, tienes mi teléfono. Llámame". Se puso de pie y se fue. Esa fue la última vez que la volví a ver. Nunca más supe de ella.

No entiendo porqué de algunos meses a la fecha la he recordado con mucha extrañeza. No recuerdo su apel
lido, el nombre de su mamá ni de de sus hermanas. Si apunté su teléfono en algún lugar o ella me lo dio o lo escribió en algún papel o en alguno de mis libros, no sé donde quedó ese papel o ese libro. Lo que sé ahora es que la recuerdo como si ayer hubiera dejado de ver a la novia y ya estoy mueriendo por verla de nuevo!

Ahora a más de 40 años me gustaría saber que ha sido de ella, me gustaría verla o poder escuchar su voz de nuevo, qué grato sería todo esto si se hiciera realidad por lo menos uno de estos deseos. Ahora sí le pudiera decir que me he dado cuenta de lo mucho que me quiso. Hasta ahora he aprendido a valorar el amor, la ternura y el tiempo que me regaló, he aprendido a comprender aquellas muchas palabras que me decía de muchas formas un "te quiero". Ahora sí le puedo decir y sin temor a equivocarme que la quise demasiado, pero que no lo supe en aquel momento y esa fue la razón por la que no pude decírselo.
Gracias por la ca
lidad de amor y cariño que me dio, gracias por la calidad de compañía y de tiempo que me dedicó, gracias por toda la atención que me puso. Jamás hubo preguntas ni dudas, ninguna ofensa, ninguna mentira, gracias Graciela.

Hay d
etalles que recuerdo y guardo para recordarlos de nuevo con ella.

Han pasado muchos meses y días desde que escribí esta pequeña historia y la escribí recordando a Graciela porque no quiero olviodarla de nuevo en mi mente. Aun tengo la esperanza de que ella lea esto y se entere que escribí sobre una pequeña parte de su vida, alguien que la quiso mucho y que quizás estubo enamorado de ella y no se lo supo decir.

Cada que puedo entro a esta página con la esperanza de encontrar un mensaje que me indique que
ella está bien. Dios quiera que así sea porque así lo deseo, por el amor de Graciela.



























NOTA DEL ESCRITOR:
Este relato tiene un pequeño porcentaje de ficción.


LA ILUSTRACION DE LA FOTO ES SOLO PARA DAR UNA IDEA.
EL MAPA DE LA COLONIA ROMA ES UN INDICADOR.
Derechos Reservados de Autor René Manning
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Ciudad de México.com.mx y Google

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